Todo esto impulsa los pasos en el sueño, ya real, de hacer sus propios vinos.
Adquirió una bodega derruída de un pazo en Lentille (Cenlle), para restaurarla y revivir 400 años de antigüedad.
Allí hacía vino toda la aldea, en unas condiciones excepcionales por estar parcialmente soterrada y conservar todo el año una temperatura estable de 4 o 5 grados.
El caíño blanco Pinka 2015 es una uva que se usaba en Ribeiro y en otras zonas para aportar acidez a los vinos que no la tenían. Jorge hace el Pinka solo con caíño blanco, y le da tiempo para integrarla y suavizar el vino. Aprendió de su abuelo a dar tiempo a las cosas buenas, cuando hacía el vino de casa. Por eso nos trae ahora un 2015.